Anoche
la lluvia
me habló,
lenta, decía
¡qué alegría
caer
desde la recia nube,
para volver a la tierra
a ser feliz
de un modo nuevo!
Eso decía
mientras goteaba,
y olía a hierro,
y se desvanecía
como un sueño del océano
en las ramas
y el pasto.
Eso fue todo.
El cielo se aclaró.
Yo estaba parada
bajo un árbol.
El árbol era un árbol
de hojas felices,
y yo era yo misma,
y había estrellas en el cielo
que también eran ellas mismas
en el momento
en el preciso momento
en que mi mano derecha
sostenía a mi mano izquierda
que sostenía al árbol
cubierto de estrellas
y suave lluvia-
¡Figúrense, figúrense
los largos viajes portentosos
que nos quedan!

Versión: Isaías Garde